SINO
Entre un sí y un no, nada existe. Nada de grises, ni degradados de colores, no hay continuidad entre los extremos. Incapaces de observar cómo se desplaza el péndulo de un lugar a su extremo opuesto. El camino de A hacia B nunca fue tan corto. Al menos así piensan los que se dedican a la política en este país. Si tú afirmas, yo niego. Si tú asientes, yo no consiento.
Nada más lejos, ¿o tan cerca?, de la realidad. La política, en otros tiempos considerada como una expresión artística, nos muestra sus miserias, materializadas en ésas caras tras corbatas que vemos o escuchamos a diario. Qué triste predecir el futuro, adelantarse a las palabras o reacciones de otras personas. Si uno dice blanco no hay que ser un genio para saber qué dirá a continuación el otro, y así día tras día. Personalmente, antes encontraba cierto placer en este hecho, gustaba de inflar mi vanidad profetizando los acontecimientos de la vida política. Sin embargo, he descubierto la mentira que encubre otra mentira. El lamentable espectáculo al que asistimos continuamente, no pienso citar ejemplo alguno, no es más que un pobre recurso para entretener a los concientes y seguir engañando a los temerosos.
Me niego a ser títere, hilo o mano en este teatro, me niego incluso a limpiar una vez termine la función. Renuncio a contribuir a que ellos ganen u otros pierdan. Lo que quiero es….no sé bien lo que quiero. Me gusta dudar, cambiar de opinión como cambian los sentimientos, me gusta el desorden que puedo ordenar, me gusta el camino, andar o desandar. ¿Acaso nadie percibe que existen opciones ante la negación o la afirmación?. Todos, excepto los psicópatas, distinguimos el bien del mal, cuándo hacemos daño y cuándo regalamos felicidad. Es fácil, siendo una persona completamente normal, ceder ante la razón y combatir todo lo contrario. Pero los psicópatas no. Entonces, ¿estamos gobernados por enfermos mentales, incapaces de distinguir, de comprometerse, de sufrir o reír?.
Las declaraciones de nuestros políticos no indican lo contrario y si andan, huelen, comen y fornican como cerdos tal vez lo sean. ¡Cuánto trabajo por hacer San Martín, y no llegas, no llegas!
Nada más lejos, ¿o tan cerca?, de la realidad. La política, en otros tiempos considerada como una expresión artística, nos muestra sus miserias, materializadas en ésas caras tras corbatas que vemos o escuchamos a diario. Qué triste predecir el futuro, adelantarse a las palabras o reacciones de otras personas. Si uno dice blanco no hay que ser un genio para saber qué dirá a continuación el otro, y así día tras día. Personalmente, antes encontraba cierto placer en este hecho, gustaba de inflar mi vanidad profetizando los acontecimientos de la vida política. Sin embargo, he descubierto la mentira que encubre otra mentira. El lamentable espectáculo al que asistimos continuamente, no pienso citar ejemplo alguno, no es más que un pobre recurso para entretener a los concientes y seguir engañando a los temerosos.
Me niego a ser títere, hilo o mano en este teatro, me niego incluso a limpiar una vez termine la función. Renuncio a contribuir a que ellos ganen u otros pierdan. Lo que quiero es….no sé bien lo que quiero. Me gusta dudar, cambiar de opinión como cambian los sentimientos, me gusta el desorden que puedo ordenar, me gusta el camino, andar o desandar. ¿Acaso nadie percibe que existen opciones ante la negación o la afirmación?. Todos, excepto los psicópatas, distinguimos el bien del mal, cuándo hacemos daño y cuándo regalamos felicidad. Es fácil, siendo una persona completamente normal, ceder ante la razón y combatir todo lo contrario. Pero los psicópatas no. Entonces, ¿estamos gobernados por enfermos mentales, incapaces de distinguir, de comprometerse, de sufrir o reír?.
Las declaraciones de nuestros políticos no indican lo contrario y si andan, huelen, comen y fornican como cerdos tal vez lo sean. ¡Cuánto trabajo por hacer San Martín, y no llegas, no llegas!
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