30 mayo 2007

Te conozco

Te conocí cuando todo era luz y la materia nacía incandescente. Un sistema de tres soles, tan diferentes, tan cálidos, tan conmovedores. No pude escapar a su constante presencia, arrastrado por un oleaje invisible, por un viento que no se oye ni se siente. Tres estrellas dirigiendo una única orquesta, yo.
Desafortunadamente, cualquier realidad contemplada desde el prisma del ser humano termina por corromper la belleza que puede contener. Si existe la opción de elección las demás alternativas serán rechazadas, primero con el poder de la lógica y luego con el odio, el rencor.
Es así como uno pierde el día eterno, radiante, sostenido por la fuerza vital de tres soles, pasando a la extraña e indeseada presencia de la oscuridad, donde abundan las ideas y actos perversos. Así que nada de ir perdiendo soles por la vida, nada de dejar huérfano a las estrellas. No quiero tener sombra, ni convertirme en una.